Las enfermedades financieramente catastróficas son una fuente de creciente preocupación en el mundo. Se trata de enfermedades que causan un severo daño en el cuerpo humano, cuyo tratamiento prolongado, en algunos casos, requiere de un nivel de gasto muy alto.
Hay algunos casos que son de mayor intensidad pero por única vez, como las cirugías. Con referencia a las de tratamiento prolongado, las más frecuentes son enfermedades como el cáncer, padecimientos cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares o discapacidades producidas por la vejez, entre otras.
Dentro de este rango, según datos arrojados por el Departamento Actuarial de MAPFRE CAJA SALUD (España), en todo el espectro de edades, el cáncer es la dolencia con incidencia más frecuente. Junto al infarto, representan más del 75% de la incidencia conjunta de las enfermedades graves contempladas para edades superiores a los 38 años. A su vez, también es importante destacar que la incidencia relativa del infarto aumenta significativamente con la edad, convirtiéndose a partir de los 49 años en la segunda enfermedad en términos de frecuencia.
Desde otra perspectiva, muchas veces se suele asociar a este tipo de enfermedades con el atributo de la baja probabilidad de ocurrencia. No obstante, según estadistas médicos, representan un fenómeno cada vez más frecuente, especialmente en los últimos años de vida, lo cual trae aparejado para su tratamiento una demanda de recursos económicos muy por encima del promedio.
En este sentido, y según un estudio desarrollado por la consultora especializada Ipsos – Mora y Araujo sobre Estilos de Vida y Salud, el 61% de los encuestados cree no estar preparado económicamente para afrontar alguna enfermedad. A su vez, desde el punto de vista emocional, la carencia de preparación ronda un 54%. De hecho, un 55% de la muestra, conformada por trabajadores independientes, ante un caso de imposibilidad para trabajar por algún accidente o enfermedad, recurriría a familiares y amigos para solventar sus gastos, mientras que un 35% contrataría un seguro de vida.
“El alto costo y la certidumbre de que todo paciente, una vez ocurrida la enfermedad, demande recursos por encima del promedio, hacen que las posibilidades de asegurar apropiadamente los riesgos de estas enfermedades sean muy limitadas”, apunta el economista Jorge Colina en su investigación Propuestas para un sistema de cobertura de enfermedades catastróficas en Argentina (2007). Aunque agrega que, en respuesta a esta problemática, en muchos países se han diseñado soluciones especiales para abordar este tipo de enfermedades. Gran Bretaña, Holanda, Alemania, Singapur, Uruguay y Chile, son claros ejemplos de la aplicación de coberturas específicas.
En tal plano, según el español Eduardo Sánchez Delgado, del Departamento Actuarial de MAPFRE CAJA SALUD, las coberturas para enfermedades graves han evolucionado de forma muy significativa en los últimos años. Las modificaciones en la cuantía y la forma de recibir el capital asegurado, la ampliación del catálogo de enfermedades cubiertas (como por ejemplo el trasplante de órganos vitales, ceguera y parálisis, por mencionar algunas que rigen en diferentes países europeos), la incorporación de determinados servicios como la rehabilitación para la recuperación del asegurado aquejado de una enfermedad grave y la introducción de garantías de enfermedades graves en seguros de accidentes o de salud (con reembolso de gastos), son algunas de las innovaciones implementadas al respecto.
En consecuencia, “el mercado de seguros hoy posee una alternativa de cobertura que brinda una respuesta económica para todas las personas que desean complementar su cobertura médica con una indemnización que les permita hacer frente, en forma total o parcial, a gastos que se ocasionen ante las enfermedades graves“, explica Miguel Fornero, gerente de MAPFRE ARGENTINA VIDA.